Hace unos meses incluíamos en este blog un artículo centrado en reivindicar la epopeya de los Pasionistas vascos en la Amazonía peruana. Una labor ingente y heroica que nos recuerda que entre las fuentes que alimentaron la Diaspora vasca, hay una que, pese a su importancia e impacto en sus lugares de destino, pasa muchas veces desapercibida: la de las misioneras y misioneros vascos.
Para ello aprovechábamos, como «excusa», el primer aniversario del fallecimiento de Miguel Irizar C.P., un pasionista vasco que fue obispo entre 1972 y 1989 del Vicariato de Yurimaguas. Un vicariato que ha tenido como obispo a un vasco desde su fundación en 1921, hasta el día de hoy. Poco después entrevistábamos a Jesús María Aristín, el pasionista que hoy en día ejerce la máxima responsabilidad en ese vicariato.
Desde que en 1913 llegaran a la selva peruana los primeros doce pasionistas, que habrían salido en Navidades de 1912 desde San Felicísimo en Bilbao, la labor de esta comunidad religiosa ha sido extraordinaria en aquella parte del mundo. Hasta ahora habíamos recogido las claves de esta labor a través de los documentos audiovisuales y escritos que se habían preparado con motivo del centenario de esta llegada.
Hoy traemos una nueva entrega de esta serie de artículos dedicados a esta epopeya. Para ello aprovechamos también una efeméride: la próxima conmemoración del 120º aniversario de otro pasionista vasco, Martín Fulgencio Elorza Legaristi. Un vasco que nació en la localidad gipuzkoana de Elgeta, casi cuando se estrenaba el siglo XX, un 30 de diciembre de 1899, y fallecía en Perú como primer obispo de la Prelatura de Moyobamba, situada en plena Amazonía peruana, el mismo día de 1966.
Para ayudar a conocerle a él, su labor y la de aquel grupo de vascos en la selva, vamos a compartir dos documentos que tienen un valor extraordinario. Tanto por su contenido, como por tratarse de dos trabajos poco difundidos y que se han presentado en el Vaticano para defender la causa de canonización del Padre Elorza.
Uno de ellos es la biografía que el historiador Oscar Álvarez-Gila preparó por encargo de los Padres Pasionistas y que se presentó en el Arzobispado de Lima, el 8 de diciembre de 1996, como la parte histórica que documentaba la vida del Mons. Elorza en su época episcopal de Moyobamba, en orden a la Introducción de su Causa de canonización. Para poder incluir esta biografía, que se envió a Roma, hemos tenido que convertir los archivos guardados en una vieja versión de Word con más de 20 años a una versión actual, y realizar una nueva edición con un nuevo diseño general.
El otro es un libro escrito en 1978 por otro pasionista, el padre Antonio María Artola, y que nos ofrece una biografía completa de la vida de Elorza desde su nacimiento en Elgeta, hasta su fallecimiento en Perú. Se trata de un documento mecanografiado que fue entregado por los Pasionistas a Julio Pablo Bazán para que lo incluyera en el archivo de la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima – Limako Arantzazu Euzko Etxea. Aquí compartimos una fotocopia de ese original.
Ambos libros tienen, desde nuestro punto de vista, tres aspectos que los hacen documentos con ese valor e interés extraordinarios:
- Nos cuentan la vida de un hombre que tuvo una existencia que sólo se puede definir como única. Tanto por los acontecimientos históricos que le toco vivir, como por su compromiso.
- Nos ayuda a conocer mejor la labor realizada por estos misioneros vascos en Perú.
- Nos ofrece detalles importantes de momentos históricos claves de nuestra nación.
Con respecto a esto último, los capítulos dedicados a la llamada Guerra Civil y a los primeros años de la dictadura de Franco en el libro escrito por el padre Artola tienen un gran valor. Nos cuentan, desde el punto de vista de un sacerdote pasionista, la situación vivida y el papel jugado por autoridades, y agrupaciones políticas y sociales. Y nos muestran, con claridad, el compromiso de esta orden con nuestro país.
Se dedica un capítulo completo a «Aita Patxi» el pasionista que fue alumno del Elorza y que como capellán de gudaris demostró un heroísmo y un compromiso que debería garantizarle el recuerdo permanente de los vascos, y el reconocimiento de la Iglesia. Él estuvo en los peores frentes de aquella guerra contra el monstruo totalitario que casi se come Europa. También estuvo en el Bombardeo de Gernika, que relata con detalle y precisión. Resaltando la presencia en la Villa foral de una gran cantidad de población flotante, incluyendo varios batallones del Ejercito de Euzkadi y hablando de miles de víctimas a la hora de relatar las consecuencias de aquel ataque.
Dos libros, por lo tanto interesantes por numerosas razones y que recuperamos aquí para su conocimiento y difusión.
La figura de Martín Fulgencio Elorza Legaristi brilla por numerosas razones, por su compromiso y entrega, por su capacidad de trabajo y de organización, y por su férrea voluntad de cumplir con la misión y la responsabilidad que había adquirido.
Él fue un hombre con una visión religiosa conservadora, que le tocó vivir tiempos de grandes cambios. Tanto en su patria de nacimiento, Euzkadi, como en su patria de adopción, Perú. También le toco vivir tiempos de reflexión y cambio en la Iglesia Católica. Vivió el Concilio Vaticano II, como participante, con todo lo que ello supuso de cambio y de revolución en la Iglesia. Él no se sentía preparado para los grandes debates teológicos, pero sí propuso y defendió un cambio de calado en la forma en la que la Iglesia se relacionaba con los fieles: defendió el uso de las lenguas vernáculas por parte de la Iglesia.
Él era un vasco que vivió la persecución de su lengua, y era un misionero en el Amazonas. Por lo tanto, él sabía lo importante que era dirigirse a las personas en su propio idioma.
La prelatura de Moyobamba ya no tiene un obispo vasco. Sin duda la presencia de los pasionistas vascos en esa parte del mundo va a seguir decreciendo. Pero ellos han cumplido, y aun cumplen con su misión. Trabajando por los más necesitados y con el objetivo de aquellas comunidades no necesiten tutelas ni protección. Y que sean protagonistas de todos los aspectos de su historia.
No sabemos si los actuales responsables de la diócesis recordarán este 30 de diciembre el nacimiento de su primer obispo y de uno de los artífices de la enorme labor religiosa y social de la Iglesia en aquellas tierras. Es verdad que la memoria es frágil, sobre todo cuando hay que recordar las enormes aportaciones de otros.
Pero nosotros sí queremos recordarle, a él y a todas las vascas y vascos que, como misioneros, llevaron lo mejor de nuestra patria a los rincones más necesitados del mundo.
Pasionistas en el Perú. Más de 100 años de epopeya vasca en el Amazonas
Foto de cabecera: Moseñor Elorza (izquierda) y un joven Miguel irizar, el que luego sería obispo de Yurimaguas (derecha). En el centro el padre Andrés Asenjo, uno de los primeros pasionistas que llegaron a la selva peruana.
Todas las fotos y libros cedidos por la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima.
Con la colaboración de: