El diario mexicano Milenio acaba de publicar un artículo sobre el Museo Guggenheim Bilbao en el que su autor, Víctor Núñez Jaime, presenta a los lectores de este periódico, con motivo de los 25 años del Museo Guggenheim Bilbao, lo que es este museo vasco y lo que ha significado para la ciudad y para el país.
Un artículo que en sus dos primeros párrafos es un auténtico «compilador» de todas las simplificaciones erróneas de lo que ha pasado (y pasa) en el Bilbao metropolitano en los últimos 40 años. Parece mentira que alguien se crea que un edificio, aunque sea el Museo Guggenheim Bilbao, puede ser la causa de una transformación como la ocurrida en la ciudad que lo acoge.
Pero es que, además, empieza insinuando, diciendo sin decir, que en lo ocurrido tiene un papel primordial la «Mamá Unión Europea» que, en aquellos tiempos «seguía imponiendo y financiando la modernización de España».
Pues bien, empezando por el principio, las aportaciones de los fondos europeos al proceso de transformación urbana del Bilbao metropolitano ni fueron significativas, ni fueron esenciales. ¿Las hubo? Sí. Pero ¿sin ellas algo hubiera cambiado? No. Puede que el ritmo hubiera sido un poco más lento, pero no habría dejado de pasar nada de los que pasó. Entre otras cosas, porque la financiación de todo, incluido el Museo, fue responsabilidad de las instituciones vascas, es decir de los impuestos de los vascos.
Merece la pena recordar que en el año 1997, el año de la inauguración del Museo, las tres haciendas forales de la Comunidad Autónoma del País Vasco recaudaron 6.351 millones de euros, con poco más de 2 millones de habitantes. Por hacer una comparativa, Eslovaquia, que en 1997 tenía algo más de 5 millones, dedicó al gasto público ese mismo año, 9.416 millones de euros.
Olvidémonos, por lo tanto, del «maná Comunitario» para explicar no ya la construcción del Museo, sino lo ocurrido en el conjunto del Bilbao metropolitano.
Pero no acaba ahí la cosa. Según el artículo, los bilbainos debían estar rendidos, abandonados a su mísera suerte (de hollín y terrorismo), y tuvo que venir la Fundación Salomon Guggenheim desde Nueva York para impulsar el futuro de la ciudad.
Se olvida el autor que la construcción de Metro Bilbao se inició en 1988, unos cuantos años antes que las obras del Museo, y que para su línea 1 se dedicaron casi 700 millones de euros (ya se acerca a los 5.000 millones de inversión). De los cuales más de 84% fue aportado por las instituciones vascas y un 13,5% por el Gobierno del Reino de España (los Fondos Europeos dedicados al proyecto fueron casi simbólicos).
Lo mismo que se olvida que en 1979 se puso en marcha el Plan Integral de Saneamiento de la Ria de Bilbao con un costo de más de 1.200 millones de euros (pagados por los usuarios…vascos). Sin ese proyecto hecho realidad, no sería posible un Guggenheim Bilbao a las orillas de la Ría.
No vamos a seguir. Escribimos, ¡en 2011!, un artículo que recoge datos de las principales inversiones que explican la transformación del Bilbao Metropolitano. Bueno, en realidad hemos escrito muchos más. Unos, como en este caso, para decir que no se ha entendido nada (o poco) de lo aquí ocurrido. Otros para decir que los que lo han redactado sí «han hecho los deberes».
Nadie «vino a salvarnos». Más bien fue al revés, se buscó desde las instituciones vascas la llegada del Museo a Bilbao. Por cierto, es interesante leer a Richard Armstrong, Director de la Solomon R. Guggenheim Foundation, explicando las razones que han sido claves para el éxito del museo Guggenheim Bilbao y, por lo tanto, de todo el proceso de transformación urbana en el que el Museo se encuadra..
Para entender lo que ha pasado en Bilbao, basta como leer al propio Frank Gehry en una entrevista de 2017 donde lo explica muy bien.
Luego está la afirmación de que:
«Fue Frank Gehry, cabeza de una de las empresas de arquitectura más influyentes del mundo y Premio Pritzker, quien se encargó de diseñar el nuevo centro de arte. Él y su numeroso equipo tardaron un lustro en levantar un gigante de titanio que finalmente se inauguró en el otoño de 1997»
Gehry tiene un estudio de arquitectura, no una «empresa de arquitectura». La construcción del Museo, la responsabilidad de llevar los bocetos del arquitecto a la realidad, estuvo en manos vascas. La existencia del Museo Guggenheim Bilbao fue obra del compromiso de las instituciones vascas, de los impuestos de los vascos, de la capacidad técnica de la ingeniería vasca IDOM, y de la capacidad de las empresas constructoras. Se entregó el edificio del museo en plazo y cumpliendo el presupuesto. Podemos compara esto con la marcha de otro proyecto del mismo arquitecto. Nos referimos al Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles.
Luego, acaba su segundo párrafo con otra colección de «exactitudes»:
«la zona se llenó de nuevos edificios, el casco viejo de la ciudad se revitalizó (con un toque gourmet) y sus habitantes se especializaron en ser grandes anfitriones.»
La zona que se llenó de edificios es un proyecto liderado por Cesar Pelli, el Máster Plan de Abandoibarra. Un proyecto de urbanización que se puso en marcha en 1993 con una Consulta Internacional para definir la Ordenación Urbana del Área de Abandoibarra. Es decir, 4 años antes de la inauguración del Museo.
El Plan de recuperación del casco histórico de Bilbao, el popular Casco Viejo, se inicia en 1979, y se convierte en una «reconstrucción» tras las inundaciones de 1983.
Ni la calidad y el prestigio de la gastronomía vasca, ni la presencia de bares de pintxos o restaurantes en el Casco Viejo, tienen que ver con la presencia del Museo… Y los vascos siempre hemos sido grandes anfitriones.
Nadie puede poner en duda de que el Museo Guggenheim Bilbao es uno de los grandes proyectos vascos (y mundiales) de finales del siglo XX. Ni tampoco se puede poner en duda que es una de las herramientas más eficaces de promoción internacional que tiene, desde el inicio de sus obras, Bilbao y el conjunto de los vascos. Su influencia y prestigio son esenciales para Bilbao y para Euzkadi.
Los 133 millones de euros que costó su construcción y puesta en marcha, usados en campañas de imagen, no habrían tenido ni la centésima parte de eficacia. Son los 9 km de autovía más rentables de la historia. La comparación es pertinente porque, por ejemplo, los 4,4 km de la Variante de Alonsotegi (finalizada en 2007) costaron algo más de 55 millones de euros.
Con lo fácil que es informarse, por ejemplo, Bilbao Metrópoli 30 siempre está encantada de ofrecer información a los periodistas que están interesados en escribir sobre Bilbao, no entendemos cómo se pueden acumular tantos datos incorrectos en tan pocas líneas.
Milenio – 7/1/2023 – México
El gigante de titanio que transformó una ciudad
Hace tres décadas, cuando Mamá Unión Europea seguía imponiendo y financiando la modernización de España, a Bilbao (País Vasco) le seguía costando dejar atrás su imagen de ciudad industrial, gris, sucia y aburrida. El hollín de la siderurgia y el terrorismo etarra, además, parecía determinar el carácter cotidiano de los bilbaínos y, a ambos lados de la ría del Nervión, la vida se estancaba. El impulso que necesitaba esta villa portuaria llegó desde Nueva York, de la mano de la Fundación Guggenheim, que eligió abrir aquí uno de sus museos.