Teníamos pendiente desde hace tiempo la publicación de una nueva entrega de nuestra serie «Puntos de vista», preparada por nuestro responsable de la edición en inglés, y viajero infatigable, John Bopp. Un relato de un viaje de tres días realizado en Semana Santa (cuando sólo podíamos desplazarnos dentro de la Comunidad Autónoma) y en los que nos lleva recorrer diferentes puntos de la geografía de dos territorios vascos: Gipuzkoa y Álava. (Por lo menos teníamos más libertad de movimiento en el 2021; en el 2020, ¡ni podíamos salir del territorio histórico!)
Así que, antes de que acabe este extraño y complicado 2021, ahí la traemos.
Un viaje en Semana Santa
John R. Bopp
A medida que las restricciones por la pandemia empezaban a relajarse aquí en Euskadi, por fin tuvimos la libertad de movernos por toda la Comunidad Autónoma, pero no fuera, así que lo aprovechamos al máximo: cogimos nuestras mascarillas y nos pusimos en marcha (¡y en coche, no moto, para variar!)
Nuestra primera parada era Tolosa, al sureste de Gipuzkoa. Al estar cerca de la muga con Navarra, de camino de Castilla a Francia, el lugar siempre ha sido estratégico, y la villa recibió su fuero en 1256. Pasamos la mañana explorando sus plazas, mercados, e iglesias, y nos fascinó una obra de Jorge Oteiza en la Plaza del Fuero.
Dejamos Tolosa para ir al noroeste, parando en el embalse Ibai-Eder. Ofrece un paseo precioso recorriendo todo su perímetro, ¡y así nos hicimos un poco de ejercicio!.
Cerca queda Azpeitia, que atravesamos con rapidez para poder llegar a nuestro destino antes de que cerrara. Eso sería Loyola, el hogar de San Ignacio (1491-1556), uno de los fundadores (junto con San Francisco Javier, cuyo castillo visitamos en octubre) de la Compañía de Jesús.
Su santuario, en una aldea cercana a Azpeitia, es como un pequeño Vaticano. Te acercas a ello a través de un parque, y te encuentras con un edificio barroco impresionante, con una cúpula con linterna que alcanza los 65 m. Te subes las escaleras y te adentras en la misma basílica, y tienes ante ti una obra maestra del barroco, con varias capillas y estatuas por todas partes.
Quizá lo más sorprendente es cuánta luz hay, gracias a las ocho ventanas y la linterna. Al igual que San Pablo en Londres, en realidad son dos cúpulas, una grande que se ve por fuera, y una más pequeña que se ve desde dentro; medio metro los separa. Cuando por fin teníamos suficientes fotos, dimos una vuelta por Azpeitia para terminar el día.
El segundo día nos llevó hasta el otro extremo de Gipuzkoa, casi en la muga con Iparradle. Pasamos la mañana paseando por Pasai Donibane, justo al este de Donosti. En la desembocadura del río Oiartzun, en su ría, el municipio es en realidad cuatro pueblos, que han cambiado de manos varias veces a lo largo de los siglos. Tan importante era y es este puerto por su pesca, ballenas, y astilleros, normal que había disputas. De hecho, hasta el Marqués de Lafayette, que ayudó a las colonias americanas en su Guerra de Independencia, zarpó de aquí en 1777.
Nos empapamos en esa historia, y los encantos de estos pueblos pesqueros, con su paseo, casas, y cafés. También saludamos cuando pasó un barco muy grande. Desafortunadamente, debido a las restricciones por la pandemia, la Factoría Albaola que reconstruye la nao San Juan, estaba cerrada, así que ¡habrá que volver!
Vista de Pasai DonibaneSalimos de Pasaia porque queríamos dar un buen paseo por la cresta de Jaizkibel, entre Pasaia y Hondarribia, donde se construyeron varias atalayas en 1874 durante la Segunda Guerra Carlista. Por desgracia, justo entonces la niebla decidió meterse de lleno, así que mis preciosas fotos de la Costa Vasca se quedaron en estudios del color gris. ¡Volveremos
Terminamos en la misma Hondarribia, justo en el Bidasoa que separa Iparralde y Hegoalde. Este pueblo ya existió antes del 1200, y tiene una playa preciosa y un casco antiguo encantador. Paseando por la playa, ¡descubrí que es más larga de lo que parece!
El tercer día nos llevó al Parque natural de Pagoeta. Un paseo de lo más precioso entre los árboles nos llevó al molino Agorregi, donde aún se pueden ver toda la vieja maquinaria. Totalmente fascinante, y pasamos un buen rato estudiándolo.
La iglesia de Orio es monumental. Fechada del siglo XVII, se encuentra en una plaza levantada bien alta por encima de las calles colindantes. Se ve desde bastante lejos. Abajo, Pietà, otra obra de Oteiza, protagoniza. El pueblo también es encantador, pero ¡habrá que volver en un día soleado!
Para el último día, decidimos intercambiar Gipuzkoa con Álava, especialmente la zona de la Rioja Alavesa, donde ¡es mucho más probable que brille el sol!! La primera parada era Aramaio, un pequeño pueblo cuya arquitectura demuestra que es el puente que une la Costa Vasca con la Llanura castellana. Con orígenes que llegan al siglo XIV, su importancia histórica queda evidente.
Dirigiéndonos hacia el sur, paramos cerca de Legutio par ver el embalse Urrunaga. Había intentado sacar fotos de ello en mayo del año pasado, pero como no podía salir de Bizkaia, ¡me quedé con sólo una foto del cartel fronterizo!
La tarde la pasamos en Bastida. Este antiguo pueblo medieval está llenísimo de historia, con sus más de 800 años. Incluso formaba parte de Al-Andalus antes de la Reconquista, y cambió de manos varias veces entre Castilla y Navarra hasta terminar definitivamente en Álava en el siglo XVI. Su más que espectacular iglesia data de los siglos XVI-XVII: el interior te quitará el aliento.
Tras recuperarnos de tanta belleza, subimos para ver la iglesia San Cristo, que ofrece panoramas del pueblo y la llanura alavesa. Fue la forma perfecta de terminar una semana de turismo en Euskadi.
Ve la galería de todas las fotos aquí.
Last Updated on Dic 29, 2021 by About Basque Country