Estábamos recordando, cuando íbamos a escribir este comentario, cómo cuando éramos niños solíamos asistir a conciertos de coros que interpretaban música vasca. De entre todas las canciones que se interpretaban, y que nos conmovían el corazón, había una que nos emocionaba de una manera especial.
A pesar de ser unos niños, éramos conscientes de que formábamos parte de un Pueblo que había tenido que ver a muchos de sus hijos partir a lejanas tierras. Bien para buscar una vida mejor, bien para escapar de la persecución de los enemigos de nuestra Patria.
Puede que esa consciencia de la existencia de tantos de nuestros compatriotas repartidos por el mundo, hacia que cada vez que las voces entonaban, con el mágico ritmo del zortziko marcado en las voces de los coralistas, la canción El Roble y el Ombú, sentíamos una intensa emoción que no eramos capaces de explicar.
Ha sido con el paso de los años cuando nos hemos dado cuenta de lo profundo del mensaje de esa canción. Nuestros hermanos vascos viajaron a todos los rincones del mundo, donde se integraron lealmente en las sociedades que les acogían, convirtiéndose en modelos de trabajo, compromiso con la comunidad, y consiguiendo con su forma de ser que, en muchos lugares del globo, la expresión palabra de vasco fuera sinónimo de seriedad y confianza.
Pero a un tiempo, llevaron en el fondo del corazón a su Patria. En la mayor parte de los casos abandonada por obligación. Por eso intentaron que esa Euskadi idealizada, perfecta, que conservaban en sus corazones, creciera a su alrededor allí donde se instalaron. Crearon pequeños trozos de su Patria allí donde vivían y transmitieron su amor a Euskadi a sus hijas e hijos.
De tal manera que, incluso generaciones después, los descendientes de esos emigrantes siguen siendo vascos, porque así se sienten en el fondo de su corazón. No renuncian a ser parte de la sociedad donde viven, pero también saben de donde vienen sus raíces. Cumpliendo de esa manera fielmente las palabras que el bardo Iparragirre escribió en el Gernikako Arbola: Eman ta zabal zazu munduan frutua (Da y extiende tu fruto por el mundo).
Ustedes se preguntarán ¿por qué estarán los de About BC escribiendo todo eso?. Pues porque uno de nuestros lectores nos ha mandado un enlace a un video que nos ha recordado todo esto y nos ha hecho sentirnos, una vez más, orgullosos de nuestros hermanos, los vascos de fuera. De los que han llevado Euskadi a todos los rincones del mundo.
Sólo nos preguntamos si los vascos de dentro seremos capaces de cuidar de nuestra Patria (y la de ellos) con la misma entrega e intensidad.
Les dejamos el video que nos mandan y que es la causa de esta entrada. Además les dejamos un video de un grupo de vascos de aquí que cantan esa canción que nos emociona tanto.
Un homenaje a todos los vascos que siguen siendo vascos en todos los rincones del mundo
El Basko del acertijo
El roble y el ombú
Last Updated on May 9, 2018 by About Basque Country
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Estábamos recordando, cuando íbamos a escribir este comentario, cómo cuando éramos niños solíamos asistir a conciertos de coros que interpretaban música vasca. De entre todas las canciones que se interpretaban, y que n……
magnífico artículo hablando de la canción el Roble y el Ombú. Gracias por escribirlo. Nos referimos al publicado por Mikel Ezkerro en Eusko Sare y que referenciamos en la entrada de neustra web
http://www.euskosare.org/blogak/argentinakoak/el_roble_y_el_ombu
Emocionante!!!!!!!!!!!!!
El ombú parece fuerte por su gran porte, pero en realidad se trata de un arbusto. Su madera es muy frágil una vez seca. Sin embargo uno puede treparse como si fuera un árbol más. Eso sí, ni muebles ni leña.
Muchas gracias por la información!!!!
[…] Sin duda, si la madera hubiera sido de ombú, cuya madera (de poca densidad) seguramente no tiene las características necesarias para una txalaparta, habría tenido también un alto valor simbólico. Después de todo el ombú fue, para muchos de los vascos emigrados a Argentina por razones económicas o políticas, un digno “sustituto” de nuestro sagrado roble. […]
[…] Ahora que estamos en verano (a nuestros lectores del hemisferio sur recordarles que pronto les tocará a ellos) es un buen momento para disfrutar de la lectura de esas historias que nos hacen entender mejor a nuestros hermanos de otras latitudes y, también, la historia colectiva de este Pueblo. Porque, como nos cansamos de repetir, El País de los Vascos está donde están los vascos. […]
[…] Todos los que siguen esta blog saben la atención especial con el que tratamos todos los asuntos relacionados con los vascos de fuera. Siempre que hablamos de este tema recordamos una entrada que escribimos hace tiempo y que resume qué pensamos de lo que es ser vasco y hasta donde llegan las “goteras de El País de los Vascos“. La entrada a la que nos referimos es: El País de los Vascos está donde están los vascos. El roble y el ombú. […]
[…] Además puede ser también una oportunidad única para que los Vascos de la Diáspora, los vascos del Octavo Herrialde, tengan también papel, presencia, y protagonismo. Ahora que se esta celebrando el Jaialdi 2015 es bueno recordar que El País de los vascos está donde están los vascos. […]
[…] solemos decir, El País de los Vascos está donde están los vascos, y Sabrina Henry así lo ha sentido al entrar en ese hotel cargado de Historia y de […]