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Ante Dios humildemente;
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Juramento del lehendakari Aguirre en Gernika (7/10/1936)
Hay momentos que marcan hitos en el devenir de las naciones, momentos en los que su futuro se juega Ā«a una sola cartaĀ». Para la naciĆ³n vasca uno de esos momentos claves se produjo a las seis y veinte de la tarde del 7 de octubre de 1936. Hoy hace 85 aƱos.
En aquel momento, y bajo el Ćrbol de Gernika, el primer presidente de los vascos, JosĆ© Antonio de Aguirre y Lekube, juraba su cargo de presidente provisional del Gobierno Vasco.
Mientras, en los Intxortas, la juventud vasca se enfrentaba en una cruel batalla. En un bando y otro, jĆ³venes de nuestro paĆs luchaban. Unos por la democracia, y otros por acabar con ella, aunque puede que entonces ni lo supieran.
El propio Aguirre lo cuenta en sus memorias:
Ā«En aquellos mismos instantes en que yo pronunciaba mi juramento, nuestra juventud, mal equipada y peor armada, se batĆa contra los ejĆ©rcitos de Franco, en montaƱas que solamente veinte kilĆ³metros separaban de Gernika. Casi se oĆan las detonaciones desde donde nosotros estĆ”bamosĀ»
El sacrificio de los jĆ³venes vascos que luchaban por Euzkadi parando en seco a los rebeldes franquistas, permitiĆ³ que aquel gobierno durante un aƱo pudiera gobernar, y que desde el exilio mantuviera la llama de la libertad y de la legalidad vasca.
Aquel sacrificio hizo que este juramento, las dieciocho palabras que lo conforman y que encabezan en texto y en la propia voz del Lehendakari este artĆculo, marcaran el inicio de la etapa que garantizĆ³ la supervivencia de la Causa del Pueblo Vasco. AquĆ©l juramento marcĆ³ el inicio de una victoria.
Y eso es asĆ por muy extraƱo que parezca. Lo fĆ”cil serĆa tener solo en cuenta que apenas un aƱo despuĆ©s el Lehendakari, su gobierno y decenas de miles de vascas y vascos tenĆan que marchar al exilio. Y que en ese aƱo, y despuĆ©s, otras muchos miles de vascas y de vascos fueron asesinadas por los insurrectos franquistas.
No. No fue una derrota. Fue una batalla perdida. Una batalla que no se podĆa ganar, dada la diferencia de fuerzas y de apoyos entre ambos contendientes.
Fue una victoria que se iniciĆ³ cuando desde el primer momento, aĆŗn en plena guerra, ese gobierno de concentraciĆ³n donde estaban todos los partidos que se resistĆan a los rebeldes, puso en marcha una ingente labor social y de atenciĆ³n a los mĆ”s desprotegidos.
En la declaraciĆ³n que recogĆa las bases del programa de aquel gobierno que nacĆa en la peor de las situaciones, aparecĆan profundamente marcados los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que, con enorme Ćmpetu, ponĆa en prĆ”ctica aquella generaciĆ³n de nacionalistas vascos con su Lehendakari a la cabeza:
Ā«Sobre las bases mĆnimas de la legislaciĆ³n social del Estado, el Gobierno desarrollarĆ” una polĆtica de acusado avance social, respondiendo al principio de que todo ciudadano tiene obligaciĆ³n de contribuir con su trabajo, su capital y su actividad intelectual al bienestar general del paĆs; recĆprocamente, tiene derecho a participar en los bienes sociales segĆŗn el progreso civil.
En consecuencia, el Gobierno Vasco promoverĆ” el acceso del trabajador al capital, a los beneficios y a la coadministraciĆ³n de las empresas, pudiendo llegar a la incautaciĆ³n y socializaciĆ³n de los elementos de producciĆ³n que estime necesarios para organizar rĆ”pidamente la victoria. ProcurarĆ” en todo momento evitar lesiĆ³n innecesaria en los intereses de los productos y protegerĆ” decididamente al modesto industrial y comerciante.
EstudiarĆ” y llevarĆ” a efecto un plan de obras pĆŗblicas que absorban el paro de la clase trabajadora e impulsarĆ” las fuentes del trabajo y de la riqueza.
El poder pĆŗblico regularĆ” la producciĆ³n y el consumo y fijarĆ” los precios de las mercancĆas que Ć©l mismo designe, dentro del paĆs.
RegularĆ” el arrendamiento como contrato social y facilitarĆ” el traspaso de la propiedad de las tierras y caserĆos a sus cultivadores sobre las normas que las Corporaciones provinciales del paĆs han venido estudiando con sentido de liberaciĆ³n social.Ā»
DeclaraciĆ³n completa
Aquel gobierno, en plena guerra, pone en marcha la Universidad Vasca; crea redes de atenciĆ³n social; pone en marcha hospitales; funda centros de acogida, primero para los desplazados por la guerra, y luego para los exiliados; crea la Ertzaina; recupera el orden pĆŗblico; e intenta en todo momento que la justicia y el imperio de la ley rija en el territorio bajo su control.
Para algunos ese fue uno de sus errores, pensar en las personas y en su pueblo demasiado, y no centrarse en exclusiva en ganar la guerra.
En realidad fue lo contrario. Con ello se rompiĆ³ el discurso simple y vacĆo de los rebeldes y sus aliados que pintaba ante el mundo que aquel era un enfrentamiento de Ā«buenos y malosĀ».Con ayuda de las crĆ³nicas de algunos periodistas que Ā«contaban lo que veĆanĀ» , George L. Steer, o Noel Monks, el mundo pudo saber la Ā«verdadĀ» de aquellos rebeldes. Y aquel Lehendakari se convirtiĆ³ en un referente internacional para los demĆ³cratas que rechazaban todos los totalitarismos.
Apenas seis meses despuĆ©s, un bombardeo de la aviaciĆ³n rebelde, en realidad la aviaciĆ³n alemana e italiana que apoyaba a los rebeldes, redujo a cenizas la ciudad sagrada de los vascos, convirtiĆ©ndola en una ciudad mĆ”rtir. Como un sĆmbolo, o anticipo, de esa futura victoria, nacida de lo que parecĆa una derrota, la Casa de Juntas de Gernika y su Ć”rbol juradero, bajo el que Aguirre se convirtiĆ³ en el primer Lehendakari, sobrevivieron a la barbarie.
Aquellas dieciocho palabras sĆ marcan el inicio de una victoria. Una victoria dura, sangrienta, sacrificada. Una victoria alcanzada a travĆ©s de un camino de sufrimiento, que llevĆ³ a tantas y tantos a la muerte, a la cĆ”rcel o al exilio. Pero a la postre, una victoria.
De los movimientos polĆticos que agruparon a los vascos insurrectos, no queda nada. Al contrario que ocurre con el pensamiento y del sentimiento nacional que guiaban al Lehendakari, y a los miles y miles de jĆ³venes vascos que aquel 7 de octubre luchaban del lado de Euzkadi y de la Libertad en aquel frente de los Intxortas a 20 km de Gernika. Sus principios, sus sentimientos y sus convicciones prosperan, como el Ć”rbol bajo el que jurĆ³ el Lehendakari, fuertes y bien enraizados en nuestra sociedad, la vasca.
En este aniversario le hemos pedido que nos escriba sobre el Lehendakari a Arantzazu Amezaga Iribarren. Ella naciĆ³ en el exilio de una familia que tuvo que abandonar su patria, Euzkadi, por defenderla de los insurrectos, y conoce bien la personalidad y la historia del Lehendakari. La historia de su largo exilio representando a un pueblo que no se rindiĆ³ ni cuando la noche parecĆa mĆ”s negra.
El largo viaje de JosƩ Antonio Agirre y Lekube. primer Lehendakari
Arantzazu Ametzaga Iribarren
Bibliotecaria y escritora.
Arantzazu es hija del prolĆfico escritor y miembro de Euskaltzaindia Bingen Ametzaga y de Mercedes Iribarren, miembro y presidenta de la comisiĆ³n de beneficencia del Euskal Erria de Montevideo. Ametzaga naciĆ³ en el exilio de Buenos Aires, en Argentina. Su infancia transcurriĆ³ en los eusko etxeak de Argentina, Uruguay y Venezuela. AhĆ conociĆ³ a Pello Irujo Elizalde, con quien tuvo cuatro hijos: Xabier, Pello, Mikel y Enekoitz.
Ametzaga ha desempeƱado cargos de organizaciĆ³n y direcciĆ³n de bibliotecas entre las que destaca su participaciĆ³n en la Alianza para el Progreso dentro del programa creado por el presidente John F. Kennedy para SudamĆ©rica, asĆ como la creaciĆ³n y organizaciĆ³n de la biblioteca del Parlamento Vasco, de la cual fue su primera directora.Bajo su direcciĆ³n se publicaron los seis catĆ”logos bibliogrĆ”ficos que reĆŗnen cientos de fichas bibliogrĆ”ficas que constituyen aĆŗn hoy en dĆa una riquĆsima fuente de informaciĆ³n de las diferentes ediciones de las obras cumbres de la cultura vasca.
Como escritora ha publicado casi treinta novelas histĆ³ricas que cubren diversos episodios de la historia de Euskal Herri. Como investigadora biografĆas donde ha trabajado la imagen de algunos de los personajes claves del exilio vasco incluyendo un gran nĆŗmero de mujeres vascas de la segunda mitad del siglo XX como aquellas que participaron en la Red Comet y otras redes de la resistencia vasca. Dan testimonio de ello sus mĆ”s de 35 artĆculos y estudios publicados en simposios internacionales, y sus mĆ”s de 800 artĆculos de opiniĆ³n, publicados fundamentalmente en medios venezolanos y en el Grupo Noticias, donde ha colaborado mensualmente durante mĆ”s de diez aƱos. (bio completa)
ConocĆ al Lehendakari Agirre en Montevideo, siendo una niƱa; en Caracas, ya adolescente,Ā enĀ esas visitas continuas que nuestros dirigentes, instalado el Gobierno Vasco en ParĆs, realizaban a las Eusko Etxeak, en ese exilio que durarĆa cuarenta aƱos. Trataban de otorgar optimismo a los expatriados yĀ recaudar fondos para el mantenimiento de un Gobierno que pese a su precariedad, dedicaba ayuda a los numerosos presos y sus familias en la Euskadi interior. Para semejante tarea de llamada y organizaciĆ³n, Agirre fue el hombre perfecto, entregado en cuerpo y alma a la causa de Euskadi. Se conocĆa eso al observarlo en sus vivaces gestos, su apasionada y franca mirada, su su voz sonora y empĆ”tica.
Tanto en Montevideo como en Caracas, se le recibĆa, por parte de sus autoridades, con honores de estado, en ese tiempo, consolidada la democracia en Uruguay, flamante la de Venezuela. Los vascos organizaban reuniones con Ć©l a la cabeza, que culminaban con su discurso sincero y directo, que se clavaba como una flecha en el corazĆ³n de quienes portaban la cruz del exilio, es decir, un reinicio de vida desde precarias condiciones laborales, la separaciĆ³n de sus familias, apropiaciĆ³n de sus bienes algunos devueltos tras largos procesos judiciales.
Sobre todo, se trataba de poner mano curativa sobre la errimiƱa vasca. Ese anhelo por absorber el viento del norte que refresca nuestros paĆs, pedazo de tierra atlĆ”ntica y pirenaica, bella y Ćŗnica para cada quien en su corazĆ³n, aunque fueran deambulando por tierras hermosas como Argentina, Colombia, Estados Unidos, Mexico, PerĆŗ, Venezuela, Uruguay… La frase de Agirre para calmar la herida sangrante era que en el prĆ³ximo Gabon estarĆan en Euskadi.
Ā Siempre tenĆa tiempo para charlar con aita, Bingen Ametzaga. La primera vez los escuche desde mi refugio en la Biblioteca del Euskalerria de Montevideo, a la que acudĆa como al paraĆso tras observar a los pelotaris del trinquete, en el Ćŗltimo piso, y leer libros de la Editorial Ekin de Buenos Aires, apilados y que me servĆan de trinchera. Los dos hombres hablaban distendidos sin advertir mi presencia y disertaban sobre Algorta donde Agirre viviĆ³ pese a su nacimiento en Bilbao.
Recordaban la euforia del Batzoki, las charlas, los cantos y las danzas, y de los dĆas en que instaurada la 2ĀŖ RepĆŗblica espaƱola, 1931, comenzaron la labor imparable de crear la 1ĀŖ repĆŗblica vasca que proclamaron, Agirre como alcalde y Ametzaga como concejal, en el Ayuntamiento de Getxo; del dĆa de gracia en que Agirre, junto a Fortunato Agirre, alcalde de Lizarra, se unieron en ese pueblo mĆtico de Nabarra, con Manuel Irujo, para crear un Estatuto de AutonomĆa con los cuatro territorios vascos creyendo tocar el cielo con las manos… aunque se les estrellĆ³ sobre las cabezas un aƱo mas tarde con la amaƱada separaciĆ³n de Nabarra. Los aƱos que lucharon en las Cortes de Madrid por lograr un Estatuto, mutilado pero posible, hasta la terrible impronta del golpe militar al que sucediĆ³ la guerra civil.
La RepĆŗblica apurĆ³ esta vez su oferta y en dĆas concediĆ³ lo tardado aƱos en negarlo. El 7 de octubre de 1936, con Araba, Gipuzkoa y Nabarra en manos de los militares rebeldes, con autoridad en una franja estrecha de Bizkaia, se instaurĆ³ nuestro primer Eusko Jaurlaritza. Los dirigentes se allegaron a Gernika en secreto y Agirre formulĆ³ su juramento, que yo escuchĆ© temblorosa, pues lo recitĆ³ enteramente:
AƱos despuĆ©s, en Caracas, lograron un rato de intimidad en la pequeƱa biblioteca del Centro Vasco porque ambos habĆa escrito varios libros y los intercambiaron, asombrados de que en un Exilio fuera posible encontrar tiempo para sentarse ante una mĆ”quina Underwood y con papel de calcar, por toda copia, escribir lineas, expresar pensamientos, comunicarse con los compatriotas y alertar al mundo de nuestra verdad. Estaba con ellos y escuchĆ© al Lehendakari hablar del Viaje.
En 1940, comenzada la invasiĆ³n alemana a Francia, ocupada Dunkerque, en aquellaĀ Ā primavera nefasta en la que una hermana suya conociĆ³ la muerte, Agirre desapareciĆ³ de la escena. Los vascos, huĆ©rfanos sin su Lehendakari, que siguiĆ³ radiando su mensaje de Gabon desde su clandestinidad, emprenden emigraciĆ³n masivaĀ a AmĆ©rica. Hitler era aliado de Franco y corrĆan extremos peligro de ser enviados a paredones de fusilamiento o campos de concentraciĆ³n. Lluis Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya, enĀ octubre del 40, capturado por la Gestapo, fue entregado a Franco y Guardia Civil y fusilado en Montjuic.
Agirre se escurriĆ³ en las sombras oscuras de la invasiĆ³n nazi. DiscurriĆ³ por Francia, BĆ©lgica y accediĆ³ a BerlĆn, dejĆ”ndose un bigote y calĆ”ndose gafas que lo desfiguraron, amparado por los cĆ³nsules latinoamericanos, sobre todo el de PanamĆ”, que le otorgĆ³ papeles de ciudadanĆa. Logra vivir meses en BerlĆn, odisea Ćŗnica por lo que tiene de astucia, audacia y valentĆa,Ā y escapando del reino del terror, llegĆ³ sano y salvo a Brasil, junto a su mujer e hijos de nacionalidad venezolana.Ā El diario de su odisea iba oculto en la muƱeca de trapo que su hija Agurtzane cargaba celosamente entre sus brazos de niƱa. Ella me lo contĆ³.
EligiĆ³ Montevideo para rasurarse el bigote que lo hizo Dr. Ćlvarez y convertirse nuevamente en el Lehendakari de los vascos y publicĆ³ uno de sus primeros libros: De Gernika a New York pasando por BerlĆn, Buenos Aires, Editorial EKIN,1942, Ć©xito de ventas.
La estampa de esta narraciĆ³n verbal impactĆ³ mi memoria, luego por la lectura del libro, precioso documento de supervivencia.Ā Muchos aƱos mĆ”s tarde, escribĆ una novela histĆ³rica de ese viaje entre los viajes de su exilio. La titulĆ©: Contraviaje. De New York a Gernika pasando por BerlĆn. Buenos Aire, Ekin 2015. Fue como abrir la espita de la historia: mi personaje femenino, una bibliotecaria, va recorriendo el camino inverso y en nuestro tiempo, al del Lehendakari. Va soƱando con lo que aquel hombre temiĆ³ y enfrentĆ³ y solventĆ³. Fue mi sencillo homenaje a uno de los grandes hombres que hemos tenido en este pequeƱo paĆs de los vascos.
Contraviaje. De Nueva York a Gernika pasando por BerlĆn. Arantzazu Amezaga Iribarren. Julene, intrigada por el dinĆ”mico afloramiento de recuerdos, vivaces como luces de artificio, e inquieta por los sentimientos que removĆan en su corazĆ³n, devolviĆ³ la pluma y los papeles al sobre de estraza, para introducirlos dentro de su bolso. Se puso el camisĆ³n y decidiĆ³ dormir. Le quedaba todavĆa el viaje a Bruselas, antes de llegar a Bilbaoā¦ Esta apasionante novela histĆ³rica fluye a travĆ©s de dos tiempos histĆ³ricos vinculados a su personaje central, Julene. En 2006 la protagonista obtiene un lote documental en una centenaria librerĆa de Nueva York que la retrae al pasado, mientras vive un intenso romance auspiciado por una vidente que despliega sus cartas de Tarot en una posada berlinesa. El lector es arrastrado, entre bambalinas, de mano del lehendakari Jose Antonio Agirre a travĆ©s del BerlĆn de 1941, cuando disfrazado y con la documentaciĆ³n que le procuraron los cĆ³nsules americanos de la capital alemana, supo escapar de la Gestapo en el apogeo del poder de Hitler y alcanzar las costas de Brasil. Una vez en AmĆ©rica, el lehendakari serĆa recibido por la asamblea nacional uruguaya con honores de jefe de gobierno. En Contraviaje cohabitan la minuciosidad histĆ³rica con potentes descripciones de personas ligadas en un viaje a travĆ©s de situaciones y ciudades de AmĆ©rica y Europa, tanto de 1941 como de 2006.
Foto de cabecera: Momento del juramento del Lehendakari Aguirre (Sabino Arana Fundazioa)
Last Updated on Mar 23, 2023 by About Basque Country