Hace un tiempo, en abril de 2017, recogíamos la historia que encontrábamos en el diario irlandés The Irish Times que nos narraba la historia de Jack Prendergast, el irlandés que dejó su patria para unirse a las milicias del Partido Nacionalista Vasco que luchaban contra el fascismo en Euskadi.
Entonces intentábamos situar a este personaje en su contexto histórico, porque en la Irlanda de 1937 las simpatías estaban más bien inclinadas al lado de los rebeldes. Así lo contamos:
En Irlanda las “simpatías” hacia los bandos que se habían formado tras la insurrección fascista de Franco estaba dividida. Por un lado la “Brigada irlandesa” formada por 700 seguidores del líder fascista irlandés Eoin O’Duffy, que se unió a las tropas de Franco. Por otro lado, un grupo menor, encabezados por el Frank Ryan se unieron a las Brigadas Internacionales que lucharon a lo largo de diferentes frentes españoles.
Pero hubo un tercer grupo de irlandeses. Bien es verdad que era un grupo de uno. Fue el republicano irlandés Jack Prendergast, que decidió participar en la lucha contra el fascismo en el lado del nacionalismo vasco. Así que se unió a las milicias que el Partido Nacionalista Vasco estaba formando en los primeros días de la guerra, para luego integrarse en Euzko Gudarostea, el Ejército vasco unificado, que actuó durante toda la guerra a las órdenes del Lehendakari Aguirre.
Jack Prendergast sólo quería luchar con los vascos en defensa de La Causa del Pueblo Vasco. Como dejó claro en una carta que envió a The Evening Herald en 1939 donde reveló que no había luchado con las brigadas internacionales , sino como un soldado en el Ejército Vasco donde se mantuvo “para luchar con los vascos hasta la última pulgada de territorio vasco hubiese sido tomada“.
Formó parte del batallón Irintzi “Máquinas de Acompañamiento de Infantería (M.A.I.) Irrintzi” donde alcanzó el grado de capitán. Cosas de la vida, tuvo como superior a Gabino Artolozaga, un nacionalista nacido en Chile en 1899, que cumplió su servicio militar como sargento de artillería de costa. Decimos lo de “cosas de la vida” porque este vasco-chileno, entre 1914 y 1920, fundamentalmente durante la Gran Guerra, perteneció primero al grupo “Sokotz” yugoslavo, y posteriormente al “Sinn Fein” irlandés.
Vamos, que nuestro admirado amigo, (y lo decimos de corazón) Jack Prendergast fue un personaje digno de una novela o una película. Pero es, sobre todo, digno del recuerdo y del reconocimiento de todos los patriotas vascos, por cuya causa, la Causa del Pueblo Vasco, arriesgó su vida, codo con codo con el resto de gudaris, defendiendo la tierra vasca frente a las hordas del fascismo.
Tras su vuelta a Irlanda, no cejó en su compromiso con los vascos, y mantuvo su posición de apoyo a su causa y a la denuncia de las incongruencias del régimen fascista.
Antes citábamos su carta, publicada en el The Evening Herald, donde explica su participación en la lucha contra los rebeldes franquistas.
Esta carta forma parte de un debate epistolar que inició Prendergast denunciando el encarcelamiento de sacerdotes vascos por parte de Franco, y que dio origen a este intercambio de opiniones con un grupo de irlandeses que defendían con entusiasmo a los rebeldes fascistas. Por cierto, no somos capaces de evitar imaginarnos que tras alguna de esas firmas estaban miembros de la embajada del régimen de franco ante la República de Irlanda. Incluso el propio diario le envía un mensaje a uno de los participantes “Ebro”, indicándole que no podrá publicar más cartas suyas si no incluye su nombre y direccion (ya podrían copiar esta medida las actuales redes sociales). Ni que decir tiene que no hubo más participación de este «anónimo».
Queremos dar las gracias a John. R. Bopp, el editor de la versión en inglés de nuestro blog, que ha buceado en el archivo de The Evening Herald para recuperar estas cartas (y las ha traducido). Lo que nos permite compartirlas ahora.
Tomen este artículo como un homenaje a este irlandés extraordinario, y como una muestra de que los modos y los «razonamientos» de los enemigos de Euzkadi, no han cambiado ni un poco.
The Evening Herald 1939
1939/03/03 p7
ESPAÑA
Señor—Hace dos o tres semanas, leí en la Prensa que después de la caída de Barcelona, se había descubierto que el anterior Obispo de esa ciudad, el Monseñor Irurita, había sido ejecutado de forma bárbara por los Rojos a principios de noviembre del 1936; se dieron unos horribles detalles. Ahora leo en el periódico franquista “La Voz de España” (1939/02/02), publicado en San Sebastián:—
“Barcelona, 1. El prelado de la diócesis, el Dr. Irurita, ha aparecido. La noticia se ha recibido con alegría, ya que se le temía muerto. Había estado escondido en la ciudad, disfrazado de obrero.”
Al día siguiente, el periódico franquista de Bilbao, “La Gaceta del Norte,” escribe:—
“Barcelona. El Obispo de la diócesis, el Dr. Irurita, que durante la dominación Roja se había escondido en una cueva, ha recibido varias visitas. El prelado, vestido con ropa de obrero, a menudo, a riesgo de su propia vida, había pasado por las calles de camino a llevar a cabo sus labor.”
Puede que no se sabe de forma general, pero el Departamento de Asuntos Externos está bien consciente a través de nuestro Ministro a España, el Sr. L. H. Kerney, que obtuvo informes de testigos del clérigo vasco. del canónigo Onaindia, que durante por lo menos un año antes de que Barcelona fuera capturada por las tropas franquistas, las Misas se celebraban a diario en esa ciudad bajo el patrocinio del Partido Nacionalista Vasco y la Unión Democrática de Cataluña. Una situación curiosa salió de esta conexión. Las misas se había celebrado en una capilla pequeña de la calle Pino y en otras capillas privadas de Barcelona, pero por parte de la población refugiada vasca, el canónigo Onaindia obtuvo permiso de las autoridades civiles rojas de reabrir algunas o todas las 17 iglesias que se mantenían intactas en la ciudad. El Vicario-General de Barcelona, el Monseñor Torrent, sin embargo, diciendo que había recibido órdenes de sus superiores eclesiásticos, denegó el permiso necesario. La situación fue bastante paradójica y contraria a lo que uno podría esperar. Los católicos de Barcelona, por lo tanto, tenían que contentarse con las capillas privadas, donde seguían adelante con sus servicios de forma ininterrumpida hasta que la ciudad fuera capturada.
En conclusión, quisiera apelar, ahora que nuestro Gobierno haya reconocido al General Franco, que representaciones deberían hacérsele pidiendo la puesta en libertad o la mitigación de las penas impuestas en los 39 sacerdotes católicos vascos encarcelados por las autoridades militares durante los últimos 18 meses bajo condiciones severas en la Prisión del Dueso en Santander. Nuestro Ministro de España tiene toda la información relacionada con su encarcelamiento.
Sullivan de Prendrgast.
Dock House, Spencer Dock,
Dublin, 1939/02/27
1939/03/04 p7
LA SITUACIÓN RELIGIOSA EN BARCELONA
Señor—No creo que su corresponsal, el Sr. Sullivan de Prendrgast, deba preocuparse indebidamente sobre los presos del Gen. Franco. Todos ellos, estoy seguro, recibirán un juicio justo, mucho más justo que los juicios otorgados a aquellos Nacionalistas que los Rojos tuvieron presos en el temido barco-cárcel en el puerto de Barcelona. Los vascos, en su resolución separatista, estaban dispuestos a hacer lo imposible. Ahora es aparente que ellos apoyaban el Gobierno Rojo sólo porque el segundo les había prometido un parlamento local, con Bilbao como su capital, cuando se terminaría la guerra—siempre que ganaran los Rojos.
En cuanto a la celebraciones de las Misas en Barcelona durante el régimen Rojo allá, el Sr. de Prendrgast echa la culpa a la no apertura de varias Iglesias a las autoridades eclesiásticas. La “explicación” de su corresponsal va en contra de la que proporcionaron los Rojos, que dijeron que las Iglesias no se abrieron porque la presencia de cientos de personas en el edificios sería un objetivo seguro para los aviones de Franco; de ahí que, según este informe, las Misas sólo se permitían celebrarse en casas privadas, lo cual sólo podrían admitir a congregaciones pequeñas. Sin embargo, he leído que los cines y teatros de Barcelona estaban abarrotados todas las noches, justo hasta la captura de la ciudad por Franco. En resumen, los Rojos estaban tan atentos a la seguridad de las personas que no les permitían congregarse en iglesias para rezar, ¡pero no tenían ningún reparo en dejarles ver películas de gangsters en los cines! La verdad es que los Rojos no tenían noción de permitir a las Iglesias a volverse a abrir. Hasta la caída de Bilbao, cuando el Gobierno Vasco se transfirió a Barcelona, las Misas sólo se celebraban en la más estricta confianza en la Capital Catalana. Los vascos exigían algo de libertad religiosa, y los Rojos de Madrid, de forma reacia, permitían decir Misa en casas privadas para no alarmar a sus seguidores. Ésta es la historia real detrás de la situación religiosa en la Barcelona pre-franquista.
Alcázar
Dublín, 1939/02/03
1939/03/07 p4
LOS VASCOS
Señor—Estoy bastante reacio a verme enzarzado en una polémica de periódico, especialmente con corresponsales que se escuden detrás de un pseudónimo, pero anhelo espacio para contestarle al Sr. “Alcázar.” En mi carta anterior, tuve cuidado de aferrarme estrictamente a los hechos y de citar a las autoridades, sin dejarme enredarme en especulación frívola. Ojalá el Sr. “Alcázar” hubiera hecho lo mismo.
¿Por qué tiene tanta certeza de que todos los presos de Franco recibirán un juicio justo? ¿Podría él darnos alguna garantía de eso? Yo no podría, y tengo experiencia personal con los juicios franquistas. Yo fui el sujeto involuntario de uno, y fui testigo del juicio en masa de 47 personas. Los presos recibieron cargos de varias ofensas, y en 21 casos, se exigían penas de muerte. El juicio completo duró 3 horas y 25 minutos, i.e., menos de 4,5 minutos por persona. Quisiera mencionar específicamente el caso del Padre Santiago, un cura vasco carmelita, que fue sentenciado a 30 años de cárcel porque era un Separatista vasco que “se negó a ver a España como su patria.”
El Padre Santiago, en persona, me dio su garantía enfática de que la frase citada realmente apareció en un documento que le comunicaba su sentencia, lo cual se vio obligado de firmar. El Padre Santiago actualmente se encuentra en el Penal del Dueso, Santoña, en la Provincia de Santander. Fue de parte suya y de sus curas hermanos que yo hice la apelación de que representaciones de este país deberían hacerse el General Franco, pidiendo su puesta en libertad o la mitigación de las penas impuestas en ellos. Después de todo, ¡qué tumulto levantaríamos nosotros aquí si la junta de Craigavon en el Norte encarcelara a un cura católico durante siquiera 30 días simplemente porque consideraba que debía más lealtad a Irlanda que al Imperio!
El Sr. “Alcázar” calumnia contra un pueblo noble y duramente probado cuando dice que los vascos en su resolución separatista estaban preparados para hacer lo imposible. Bajo el control del Gobierno vasco, ninguna mujer ni ningún clérigo fue ejecutado. ¿Podría el “Alcázar” decir lo mismo del Gobierno franquista?
Su corresponsal muestra una ignorancia de los hechos históricos cuando declara que los vascos apoyaron el Gobierno Rojo sólo porque se les prometía autonomía al terminar la guerra. Antes de que la guerra siquiera comenzara, los primeros pasos se estaban dando en las Cortes para aprobar una ley que concedería la autonomía a los vascos; de hecho, ésta fue una de las causas de la rebelión franquista. Antes de que los vascos tuvieran oportunidad de decidirse por un lado o por otro, fueron atacados por las tropas del General Mola.
En cuanto a la celebración de las Misas en Barcelona durante el régimen, le pediría al Sr. “Alcázar” que declarase precisamente las orígenes de la declaración que él alega se hizo sobre la no apertura de las iglesias. Mi explicación de que él se mofa sin pizca de prueba a su favor, es aquélla proporcionada por un canónigo de la Iglesia Católica a quien se le permitía entrar y salir del territorio Republicano libremente, Don Alberto Onaindia, antiguamente de Valladolid, que le dio la información al Ministro Irlandés, el Sr. L. H. Kerney. La declaración de “Alcázar” de que los cines y teatros de Barcelona estaban abarrotados hasta justo la captura de la ciudad por Franco también demuestra cuánto se equivoca con los hechos. Todas esas diversiones estaban cortadas durante la ofensiva de Barcelona, y durante unas semanas antes de que la capturasen, estaban cerrados del todo por orden del Ministerio de Defensa Nacional. Un anuncio a tal efecto se publicó en los periódicos de Barcelona.
Sullivan de Prendrgast.
Dock House, Spencer Dock,
5 de marzo del 1939
1939-09-07 p4
ESPAÑA
Señor—Aquellos de sus lectores que leen la carta de Sullivan de Prendergast sobre España en su edición del día 3 harían bien en leer el artículo bajo el título “Mentiroso Públicos” en la edición actual del “Irish Catholic.” Los siguientes extractos del “Catholic Herald” son interesantes y relevantes.
El pasado viernes, cerca de la frontera francesa, se encontraron los cadáveres de cuarenta y dos hombres prominentes que los Rojos habían tenido presos en Montjuic y en otros lugares, y quienes llevaron consigo en su huida hacia la frontera. Entre ellos estaban los cadáveres del Monseñor Anselmo Polanco (el Obispo de Teruel), cuatro canónigos, y varios oficiales de campo y otros… Todas las víctimas habían sido disparadas en la nuca.
Un día, un periodista americano, el Sr. Lawrence, fue enviado a entrevistarle (al Obispo) en su mazmorra con la esperanza de extraer de él alguna contestación comprometedora o derrotista. “¿Cómo espera que termine esta guerra civil?” le preguntó. “Sólo con la victoria completa y final del General Franco,” fue la respuesta… Bastante irritado, el americano lo volvió a probar. “¿Cuál es su opinión sobre la Cuestión vasca?” “Los vascos siempre eran separatistas,” fue la respuesta rápida. “Querían la separación de la Iglesia y el Estado en su territorio. Los clérigos vascos aceptaron esta separación y se esforzaron por llevarle a la Iglesia Católica por el sendero de la perversión y el cisma.”
El siguiente extracto es de un artículo por el Padre Bruno Scott-James, Custodio de la Basílica de Nuestra Señora de Walsingham, que acaba de volver de una visita al frente de los nacionales españoles.
“El joven capellán del Cuerpo de Tanques había estado en Barcelona. Todos sus curas hermanos habían sido asesinados, pero él había seguido cumpliendo con sus funciones sacerdotales vestido como obrero… No puedo seguir sin decir que aquellas terribles historias de las cámaras de tortura horrorosas encontradas por las fuerzas españolas al tomar Barcelona de las hordas de los anti-Dios son verdaderas: no, sólo son la mitad de la terrible verdad, porque la otra mitad es demasiado horrorosa comoo para publicarse. Cuando vi las fotografías, no podía creerlas, pero ahora que he hablado con testigos presenciales, las creo pero no oso pensar en ellas.”
Frederick J. Brown
39 Elmwood Ave., Ranelagh
3 de marzo del 1939
1939/03/09 p5
Señor—Su corresponsal Sullivan de Prendrgast ha tomado muchas molestias para corregir informes que reflexionaban sobre la “libertad” de la que disfrutaba la Iglesia Católica en Barcelona y en otros lugares en España bajo el Gobierno Rojo. Puede que parezca a algunas personas que su diligencia a la Iglesia llegaba, dicho de manera suave, con un poco de retraso. Sin embargo, motivos humanitarios no deben desanimarse, así que quisiera darle unos pocos detalles que puede que se le hayan escapado y que, estoy seguro, se los comunicará a nuestro Ministro en España:— (1) El cuarenta por ciento de los clérigos españoles han sido asesinado por los Rojos. En la Diócesis de Teruel, 350 de los 550 curas fueron asesinados. (2) No hay iglesia en la Cataluña liberada que no haya sido parcial o totalmente destruida o profanada por los Rojos. En Barcelona, 15 iglesias eran totalmente destruidas, 14 parcialmente, y nueve se habían enladrillado para que la Misa no pudiera celebrarse. (3) Grandes números de niños desafortunados han sido enviados por organismos Izquierdistas a Rusia y a Méjico, donde se informó de que en julio del año pasado, habían sido vistos vagando como mendigos por las calles de Morelia.
No hay necesidad de corregir la declaración de que los Rojos jamás permitieran la celebración de la Misa en Barcelona. El Santo Sacrificio se ofrecía en casas privadas al igual que aquí de los Días Penales. La única excepción a esto fue en el caso de los Separatistas Vascos, a quienes se les permitía celebrar la Misa en la capilla privada de la agencia vasca. Y los motivos para este acto de clemencia deberían ser obvios para el astuto alumno de los asuntos españoles.
M. M.
Dublín, 1939/03/06
1939/03/10 p5
ESPAÑA
Señor—Quizá su colaborador, Sullivan de Prendgrast, quisiera dar más detalles sobre los juicios franquistas, de los cuales, nos dice, él ha tenido experiencia personal. Las fechas, los lugares, la composición de los Tribunales, los cargos (“ofensas varias” podría, al igual que la caridad, cubrir una multitud de pecados), los hallazgos—todos estos detalles deberían presentarse. ¿Quizá, también, él nos contaría las circunstancias que le llevaron a él mismo a ser el sujeto de unos de estos juicios? ¿El Sr. Prendgrast nos dará respuestas simples de sí o no a las siguientes preguntas?:
¿Él es un refugiado Rojo? ¿Él es vasco? ¿Él es católico? ¿Él es comunista? (Sé que uno no puede ser ambas cosas, pero algunas personas parecen creer que sí). Si él ha estado en España recientemente, ¿qué ha estado haciendo allá? Si él ama tanto a los vascos, ¿por qué no lucha por ellos? Ya que odia tanto a Franco, ¿por qué no lucha en su contra? ¿Él (como yo) escribe como individuo privado? ¿Él es consciente de que todo el mundo ya conoce todo sobre esta guerra, y que toda la propaganda mentirosa, la perversión diabólica de la verdad, el testimonio falso e inescrupuloso de una prensa mundial odiadora de Dios han sido en vano? Considero que sus lectores tienen el derecho de respuestas directas a las preguntas arriba mencionadas.
Ebro
Bray
1939/03/07
1939-03-11 p7
Señor—El Gen. Franco es cristiano y católico; sus oponentes han admitido ser no cristianos. Por este motivo—y para mí es uno muy bueno—tengo total fe de que el Generalísimo y su administración tratan, y tratarán, a sus presos con caridad cristiana. Los miembros de la Brigada Roja Internacional que recientemente eran intercambiados con italianos dijeron al cruzar la frontera francesa que había sido bien tratados en las cárceles de Franco y que no vieron ninguna crueldad hacia los presos.
Los juicios durante el estrés de la guerra obviamente no pueden llevarse a cabo con la misma minuciosidad o pasión por los detalles que caracterizan los juicios en tiempos de paz. El Sr. Sullivan de Prendrgast dice que él estaba presente en el juicio en masa de 47 personas por las autoridades franquistas; el juicio entero, dice, duró tres horas y 25 minutos. Seguramente el Sr. de Prendrgast no es tan sesgado como para creer que la duración por sí sola asegura la justicia completa, y que por que era comparativamente corta, tuvo que haber sido malo. Eso es lo que infiere. En otras palabras, un juicio que dura un mes es ipso facto mejor que uno que dura un día. Esto es un razonamiento extraño.
Me niego a creer que los Nacionalistas sentenciarían a nadie a 30 años de cárcel sólo por ser separatista vasco. Según esta sentencia presunta, prácticamente todos del territorio vasco podrían ser encarcelados , porque son todos separatistas vascos. Me siento seguro de que había otros cargos contra el Padre Santiago de quien escribe su corresponsal. A mi parecer, la promesa hecha a los vascos por el Gobierno de Madrid justo antes del estallido de la guerra civil puede clasificarse con las promesas de los británicos a Irlanda al estallido de la Gran Guerra. Aún me aferro a mi impresión de que los vascos estaban preparados para hacer lo imposible. El Sr. de Prendrgast expresa sorpresa a mi afirmación, pero seguramente la oposición de los vascos al Gen. Franco y la asociación de los líderes vascos católicos con la junta Roja atea demuestran el asunto más allá de la duda.
Mi declaración sobre las iglesias en la España Roja y la “explicación” oficial por su no apertura se basó en un discurso hecho por el Padre O’Flanagan en el Metropolitan Hall a principios de este año. El Padre O’Flanagan acababa de volver de Barcelona.
Obviamente el ocio en Barcelona se suspendió en la ciudad, pero las “algunas semanas” mencionadas por su corresponsal no pueden estirarse a dos años y medio, que es el tiempo que las Misas estaba prohibidas en las iglesias de Barcelona bajo la pobre excusa de que sería peligroso permitir que demasiadas personas se congregaran en un sólo lugar.
Alcázar.
1939-03-11 p7
ESPAÑA
Señor—El Sr. Sullivan de Prendegrast muestra una preocupación para los curas católicos de Vizcaya y Barcelona que es del todo enternecedora. Pero los católicos de este país bien saben que Nuestro Señor dijo, refiriéndose a los días anteriores al fin de los días, que incluso los elegidos serían engañados, si fuera posible, a no ser que aquellos días se acortasen. A lo que nos oponemos es el uso de hombres mal informados para fomentar la simpatía para una tripulación atea cuyo único objetivo desde el principio de la República Española fue erradicar la religión de los corazones y las mentes del pueblo, igual que ya han hecho sus profesores en Rusia.
El Sr. Sullivan de Prendegrast declara que antes de que siquiera empezara la guerra, los primeros pasos ya se daban en las Cortes para conceder autonomía a los vascos. Ahora, ¿por qué las Cortes eran tan consideradas con los pobres vascos? Escuchemos las instrucciones dadas en el XII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, reunida en Moscú: “El crecimiento de los elementos de una crisis revolucionaria halla su expresión en el ímpetu que se le da a los golpes económicos y políticos del proletariado, en el movimiento revolucionario incipiente de los campesinos, en la intensificación del movimiento revolucionario nacional en Cataluña y Vizcaya…”
El comportamiento de estas Cortes amantes de la libertad hacia la religión puede ser interesante, y aquí citaría a un cura español, el Fr. Genadius Díez, OSB: “Le privó a la Iglesia del derecho de tener cementerios para sus propios hijos; le privó del derecho de tener escuelas; le privó el matrimonio católico de efectos civiles; nacionalizó toda su propiedad, móvil e inmóvil; suprimió a los jesuitas, y emitió tales regulaciones contra los demás órdenes religiosos que el fanfarrón de Azana dijo que si estas regulaciones no acabaran dentro de unos años con todas las comunidades religiosas de la nación, él se declararía un fracaso.”
Que vayamos a enero del 1938, cuando los Rojos, según el Sr. Prendgrast, estaban bastante amigablemente dispuestos hacia la Iglesia. Emitiendo de una emisora Roja, la “Flota Republicana”, el 1 de enero del 1938, con referencia al Monseñor Anselmo Polanco, el locutor dijo: “Este Obispo de Teruel, un representante genuino de los genuinos Inquisidores, pronto recibirá en su cuerpo la venganza que todos los de su clase merecen.”
Tenido preso por los Rojos después de la captura de Teruel, le llevaron con ellos en su huida hacia Francia. Dieciséis balazos luego se encontraron en su cadáver.
En conclusión, no tengo duda alguna de que las presuntas quejas de unos pocos clérigos vascos recibirán la atención que merecen por parte de la Jerarquía Española, y de que podemos estar seguros que la intervención será con los verdaderos intereses de sus clérigos.
La Verdad
1939/03/09
1939/03/16 p4
España y los Vascos
Señor—Busco que me permitas poder aclarar algunos puntos suscitados por los corresponsales como respuesta a mis anteriores cartas dirigidas a usted.
Si halla que esta carta es larga, le pido que tenga paciencia conmigo, ya que quisiera exponer mi caso completamente, creyendo, junto con “Ebro”, que sus lectores tienen todo el derecho de recibir “respuestas directas”—sin importar lo desagradables que puedan serle.
Como dije antes, soy reacio a entrometerme en cualquier tipo de polémica en los periódicos, pero las declaraciones sin fundamento y a lo loco de sus corresponsales anónimos sin duda provocarían a un santo, y en absoluto afirmo ser santo. Estos escritores no pueden contestar a los hechos claros e inequívocos que pongo delante de ellos.
“Ebro” se satisface en un perfecto paroxismo de rabia epistolar y verdaderamente tiene el descaro de contrainterrogarme con respecto a mis creencias religiosas y exigir que le conteste.
Pero para volver con la polémica, permítame ocuparme con los varios puntos planteados, y cerrarlos de una vez por todas.
Primero, la mayoría de los escritores muestran una lamentable ignorancia del problema vasco—puede que esta ignorancia sea deliberada, porque los vascos durante mucho tiempo han sido una gran molestia para los Fascistas Españoles y sus defensores. Los vascos no son españoles; son una raza totalmente diferente, con su propio idioma y costumbres, y buscan la separación del Estado Español, al cual se vieron obligados a unirse en 1839.
Los que apoyan a Franco se oponen de forma violenta a tal separación y, en las palabras de uno de sus líderes, prefieren una España Roja a una España dividida.
Ahora, el problema vasco hoy es muy parecido al nuestro en 1920. Son católicos, y quieren su propio Gobierno: bajo la monarquía española, eran muy perseguidos y oprimidos por la policía española, al igual que nosotros por los Blacky Tans.
Bajo la República, se llevó a cabo un plebiscito en el País Vasco el día 5 de noviembre del 1933, y de un total de 490.437 votantes, 459255 votaron a favor de un Gobierno Autónomo, o “autogobierno”; i.e., una proporción del 81 por ciento. Bajo la Constitución Española, una proporción del 66 por ciento era suficiente para justificar que se aprobase un estatuto que concedía la autonomía.
Por eso, Sr. “La Verdad,” las Cortes con tanta demora eran “tan considerados con los pobres vascos” en 1936. Los vascos son un pueblo pacífico, y a pesar de la provocación, se aferraban a los métodos constitucionales de acuerdo con las enseñanzas de su Iglesia. El Sr. F. J. Brown, citando el Obispo de Teruel, dice: “Ellos (los vascos) querían la separación de la Iglesia y el Estado en su territorio. Los clérigos vascos aceptaban esta separación y se esforzaron para llevarle a la Iglesia Católica (sic) por el sendero de la perversión y el cisma.”
Puede que el Sr. Brown no sea consciente de ello, pero en Irlanda, la Iglesia y el Estado están separados, y nunca he oído a nadie, ni clérigos ni laicos, que busquen cambiar eso. ¿Los irlandeses, entonces, tanto clérigos como laicos, en la opinión del Sr. Brown, pervertidos y cismáticos?
“Alcázar” admite que prácticamente todos del territorio vasco son separatistas vascos—si eso es verdad, ¿por qué el General Franco fuerza su régimen en un pueblo que no lo quiere? Repito mi declaración anterior—y desafío a que me contradigan—que Franco encarcela a los vascos simple y solamente porque son separatistas. Franco quiere, a toda cosa, lo que elige llamar una “Gran España Unida.” El rico territorio vasco significa mucho para él y sus aliados alemanes, económicamente y estratégicamente, así que cualquiera que profese el Separatismo Vasco, incluso en el más menor grado, es culpable de un grave crimen a los ojos de Franco.
Miles de vascos han sido encarcelados y exiliados. En la cárcel de Ondarreta en San Sebastián, hay más de 300 mujeres encarceladas durante los últimos 18 meses por ningún crimen más que profesar lealtad al Gobierno Vasco y no al General español que envió a sus aliados alemanes a bombardear sus casas y sus hijos.
Hay unos 150 curas católicos vascos encarcelados por Franco, más de 200 exiliados (carmelitas, pasionistas, e incluso jesuitas), y 14, por lo menos, han sido abatidos sin juicio.
La lista es larga, pero, Señor, si usted está dispuesto a publicarla enteramente, con placer se la reenviaré.
Para que sepa “Ebro” y los demás, fui miembro del Ejército Vasco (no de la Brigada Internacional), y escribo como individuo privado—no le debo lealtad a ningún partido o grupo.
Luché con los vascos en contra de Franco (que, al contrario de la sugerencia de “Ebro”, no odio. No tengo ningún odio personal. Les dejo estas obsesiones fanáticas a los Fascistas hasta que la última pulgada de territorio vasco había sido tomada y nos vimos obligados a rendirnos en Santoña el 26 de agosto del 1937 a los legionarios italianos bajo el General Mancini y el Teniente Coronel Farias, ambos italianos; de hecho, no vimos a ninguna tropa española nativa hasta pasada una semana.
Los hombres del Ejército Vasco se concentraban en Laredo, los oficiales del Ejército y del Gobierno se encarcelaron en el Penal de Dueso (Santoña), y fue aquí, el 18 de octubre de 1937, que me juzgaron en la compañía de otros 46 presos. “Ebro” quiere saber cuáles eran los cargos—corrían desde posesión ilegal de armas, rebelión contra los rebeldes (!), a ser Separatista Vasco.
La pena de muerte se buscó en 21 casos, y los abogados de la “defensa,” que en ningún momento se consultó con sus “clientes,” estaba de acuerdo con la pena de muerte en ocho casos. “Alcázar” no ve ningún problema en adjudicar un promedio de 4,5 minutos al juicio de un hombre por su vida.
El “tribunal” se componía de cinco personas—dos oficiales militares, un oficial de la marina, un miembro de la Falange Española (fascistas españoles), y un Requeté o Monarquista Carlista. Los hallazgos de este tribunal no se promulgaron a nosotros. En el caso de los condenados a muerte, se promulgó mediante el sacarles de sus celdas a las 10 de la noche y dispararles a las 6 de la mañana siguiente.
“M. M.” se refiere a mi “diligencia para la Iglesia”: No tengo ninguna; la Iglesia está perfectamente capaz de cuidarse a sí misma. Mi diligencia es para el pueblo vasco. Si yo suplicaba especialmente para los curas vascos, es porque sé que son buenos hombres, inocentes de los cargos en su contra.
Ningún cura jamás se afilió al Partido Nacionalista Vasco, sus reglas prohíben que los clérigos se asocien. Por otra parte, muchos de los clérigos españoles eran miembros activos de los grupos de la Derecha que apoyan a Franco, e incluso son miembros del Partido Fascista.
“M. M.” también se refiere a las iglesias destruidas en Barcelona. Repito que 17 iglesias se quedaron intactas en esa ciudad, y si no le importa buscar el periódico parisino “Le Temps” del pasado 14 de febrero, verá que me respalda.
Para concluir, como respuesta a la cita de “La Verdad” sobre las instrucciones de alguna Internacional Comunista u otra organización a la cual nadie le presta atención, quisiera citar: “La Iglesia siempre ha reprobado doctrinas y condenado a hombres en rebelión en contra de la autoridad legítima, incluso cuando los que ostentan el poder hayan abusado de su poder para luchar en contra de la Iglesia.” —Leo XIII, “Au Millieu”
Sullivan de Prendrgast
Dock House, Spencer Dock,
Dublín, 1939/03/12
1939/03/18 p9
CONTESTACIÓN A CORRESPONSAL
“Ebro”—Su nombre y dirección son imprescindibles con la publicación de su carta.
1939/03/20 p8
LOS VASCOS
Señor—En su carta del pasado día 27, el corazón del Sr. Sullivan de Prendrgast sangraba por los “treinta y nueve curas católicos vascos encarcelados por las autoridades militares.” En su carta del día 12, su corazón sangra por “unos 150 curas católicos vascos encarcelados por Franco.” Parece ser que, según su declaración, él puede dar los nombres si se le pide. Sin embargo, ya que los “hechos” de la propaganda Roja se han desacreditado irremediablemente, él debería abstenerse de citar cifras y nombres. Que lea al Mayor F. Yeats-Brown en el “Observer” con respecto a las acciones de sus hermanos Rojos en Málaga. “La muchedumbre nunca estaba fuera de control. Se dirigía de forma deliberada en contra de las personas y la propiedad de sus oponentes. Cuántas personas eran disparadas y paleadas indiscriminadamente a los pozos todavía no se ha verificado, pero las estimaciones más bajas son de 10.000.” Para tomar un ejemplo más de entre innumerables otros: el Sr. Sidney Smith, un representante del “Daily Express,” en agosto del 1936, declaró que “hasta hace una semana, las muertes de las personas ‘condenadas’ (por los Rojos) por haber sido conocidos Fascistas o personas de simpatías derechistas sumaban un promedio de 200 al día,” y “más de 200 hombres de la Derecha, enviados por tren de Jaén a Madrid como rehenes, eran masacrados hace unos días por los Rojos al llegar a la estación de tren.”
La cuestión vasca es delicada, especialmente en un país tan nacionalista como Irlanda. El Sr. de Prendrgast y sus amigos lo saben bien y, al juzgar por el montón de literatura propagandística que acaba de llegarme de fuentes Rojas en Londres, pretenden ver qué efecto tendrá una campaña intensa sobre líneas Rojas sobre este país. A pesar de las cifras del plebiscito del Sr. de Prendrgast, es un hecho que la población de 330.000 en la provincia de Navarra (una de las cuatro provincias vascas de España) es, y era, prácticamente totalmente al lado de Franco, y es gracias en gran medida a los luchadores católicos espléndidos de esa región que Franco tuviera tanto éxito en sus primeras campañas. Los vascos de las otras provincias, siguiendo el corazón del mismo Rojo, ayudaron a los Socialistas, los Comunistas, y los Anarquistas al regresar al Parlamento a hombres como Azana e Indalecio Prieto, el líder marxista. El Marqués Merry del Val escribió de tales vascos que ellos “ya no pueden considerarse un Partido Católico. Es verdad que han sido transformados en herramientas de un conjunto de políticos locales jóvenes, ambiciosos, y sin escrúpulos, como los Señores Aguirre, Irujo, Monzón, Ramón, y Manuela Sota, etc., etc.”
Sea lo que sea el bien y el mal de la cuestión del Separatismo Vasco, el hecho sigue ahí de que los vascos españoles y franceses combinados no suman más de un millón. Ellos están divididos entre dos grandes naciones y están soldados tradicionalmente a ellas desde hace siete siglos o más. Sabino Arana, un vasco católico, escribió a finales del siglo diecinueve dos o tres libros en los cuales, inspirado por su propio orgullo de raza, propuso que el pueblo vasco debería segregarse del resto del mundo. Algunos de los miembros más jóvenes del clérigo, seducidos por la tendencia católica de sus teorías y sin examinarlas para ver si pudieran ponerse efectivamente en práctica, a lo mejor las adoptaron de una forma entusiasta. Con el tiempo, el aspecto Separatista pudo con el aspecto religioso, como muestra el nacimiento de un grupo de Separatistas Vascos Rojos, cuyo órgano oficial de Prensa llevaba el título de “Euzkadi Roja” y los golpes revolucionarios en los que los obreros Separatistas Vascos participaban; también el apoyo que dieron a los extremistas anti-católicos Republicanos, Comunistas, y Anarquistas en las urnas y en los campos de batalla. Los dos obispos nativos vascos de Vitoria y Pamplona emitieron una Carta pastoral en sept. del 1936 que contiene lo siguiente: “Lo que entristece nuestros corazones es que nuestros hijos han hecho una causa común con los enemigos más amargos de la Iglesia, y han asesinado de forma feroz a sus propios hermanos. Amados hijos, con toda nuestra autoridad, declaramos: ‘Non licet, no es legal’ … Considerando que el Papa ha condenado totalmente el Comunismo, se vuelve un acto de locos y criminal que cualquier cristiano estreche una mano amigable al Comunismo en el campo de batalla, y más aún en España y en el suelo cristiano de Vizcaya y Navarra.” Las palabras de Pío XI, en su Encíclica “Caritas Christi,” podría recordarse útilmente aquí: “Si, sin embargo, el egoísmo, el abuso del amor del país, y la exageración de este sentimiento de Nacionalismo se insinúa en las relaciones entre personas y personas, no hay exceso que no parece justificada, y aquello que sería juzgado reprochable por todos ahora se considera legal y loable si se hace en nombre de este Nacionalismo exagerado.”
Por ciertos comentarios suyos, el Sr. de Prendrgast parece que da por sentado que porque la Iglesia y el Estado son separados en este país, la separación de la Iglesia del Estado en cualquier otro país puede que no sea objetable. Su acoplamiento de las dos frases, “aceptaban esta separación” y “se esforzaron para llevarle a la Iglesia Católica por el sendero de la perversión y el cisma,” para los fines de esforzarse para marcar un punto de debate, es, a mi parecer, una exhibición pobre del uso de la razón.
Frederick J. Brown
39 Elmwood Ave, Ranelagh
1939/03/17
Bandera del batallón Irrintzi donde luchó por Euzkadi el irlandés Jack Prendergast
Last Updated on Mar 4, 2021 by About Basque Country