Murchante y Ribaforada

Murchante

En el siglo pasado, la conflictividad social en Murchante estuvo marcada por la falta de regadío sumada a la reducida extensión del término municipal. La repartición de los Montes de Cierzo no satisfizo a los murchantinos y se sucedieron pleitos con los pueblos colindantes. Así mismo, el término de Urzante fue también cuestión de litigios. En el año 1919, 400 jornaleros se pusieron en huelga, reivindicando mejoras salariales y reducción de jornada. La Caja Rural, fundada en 1908, fue el soporte de los propietarios de tierras para organizarse y mantenerse unidos frente a las reivindicaciones de los Trabajadores de la Tierra.

La instauración de la República promueve el asociacionismo obrero, y en mayo de 1931, nace la UGT en Murchante con dos sociedades: la Sociedad de Oficios Varios y la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, ambas con sede en la calle Triunfante, 22. Los presidentes de la UGT fueron Amancio Aguado, José María Magaña y Antonio Pérez, y en 1932, llegó a tener 175 afiliados. Así mismo, nació el Centro Republicano Socialista, en la calle Mayor en el número 34, con Julio Orta como presidente. En los finales de 1935, surge Izquierda Republicana, en la calle Paz, 22 y su presidente fue Francisco Rosel.

Las corralizas de la Torre y las Hoyazas fueron el objetivo que se marcó la UGT para revertir tierras a los jornaleros y también una replantación de pinos, que se llevó a cabo. La corraliza de la Torre chocaba de frente, según el alcalde Manuel Martínez, con un contrato firmado con un ganadero de Tudela. Ante la negativa municipal, varios murchantinos pasaron a la acción directa, y en 1932, armados de un bravan y varias caballerías, Ángel Pérez, Generoso Ochoa, los hermanos Pedro y Benito Arraíza y Antonio y José María Magaña acuden a la corraliza.

A los días de estar labrando las tierras, el ganadero tudelano se quejó al alcalde y éste dio parte a la Guardia Civil. Un sargento de la Benemérita, con cuatro números a caballo, arremeten de forma muy violenta contra los jornaleros. El Gobernador, al conocer los hechos, ordena una investigación. Se llama a las partes a una reunión aclaratoria, donde un capitán de la Guardia Civil realiza labores de intermediación; acuden los jornaleros y el Alcalde con dos representantes del Sindicato de Propietarios, y se resuelve repartir las corralizas, dando al alcalde tres meses para iniciar la repartición. Cada parcela se delimitó en parcelas de 3000 m².

La influencia del párroco Pedro Legaría será clave para entender que 200 murchantinos con toda clase de armas hagan guardia durante toda una noche ante la llegada de los jesuitas de Tudela por las noticias sobre la quema de conventos. La orden gubernativa de la retirada de crucifijos de las escuelas puso en alarma a un grupo de madres católicas murchantinas que asaltaron el recinto escolar, maltratando a los maestros y especialmente a la maestra de niñas. Los dos concejales de izquierdas se quejaron ante la tardanza de la Guardia Civil en llegar al lugar de los hechos.

Con la llegada del Golpe militar fascista, Hilario Simón tomó las riendas del Ayuntamiento y se formó una Junta de Guerra, integrada por él mismo y por Manuel Martínez. Hilario Simón será también el jefe de local de Falange. Entre otras cosas, se decide la destitución de Ángel Martínez Simón como guarda de campos, por considerarle contrario a los ideales del Movimiento. El 20 de noviembre, son detenidos Roque Jarauta, Hilario Chueca, Antonio Pérez, Mauricio Simón, Ricardo Rosel, Julio Orta y Genaro Ochoa. No llegaron ni a pasar una noche en la cárcel de Tudela y fueron asesinados en Fustiñana.

El estanco, propiedad hasta aquel momento de Julio Orta, pasará a manos de Luis Fernández, capellán requeté que había intervenido directamente en los fusilamientos de los presos de Tafalla en la Tejería de Monreal. Días más tarde, un numeroso grupo de murchantinos es encerrado en las escuelas donde estarán tres meses, y a donde les llevaban la comida los familiares. Pedro Magaña y su hijo José María, Manuel Simón, Isidoro “Tío Caracol”, Ángel Baroja, Genaro Ullate “Rinconero”, Hermenegildo Irujo, Constantino Lorente, Ernesto Murillo, Gregorio Soria, Apolonio Ochoa “Cartucho”, Isaac Ochoa, Francisco Simón y Ángel Pérez “Costillares” son algunos de los que estuvieron presos.

Otros se enrolaron en el frente nacional y se pasaron al bando republicano, como Antonio Magaña y Simón “Chambero”, Pedro y Benito Arraíza “Los Obispos”, Pedro Simón y Cirilo Martínez y a Ignacio Calahorra lo fusilaron cuando lo intentaba. En el bando republicano, fueron asesinados cinco religiosos murchantinos: Teófilo Casajus, los hermanos Lorenzo y Guillermo Alduán, Manuel Martínez y Francisco Simón. Muchos murchantinos fueron obligados a trabajar gratis para los afines al golpe militar, y el cabo Gregorio Martínez fue el encargado de buscar a los peones forzosos y los trabajos se realizaban bajo vigilancia. Hubo tres propietarios que no se aprovecharon de los esclavos, y los dejaron marchar o les pagaron el jornal, y estos fueron Félix Aguado, Leoncio Hernández y Apolonio Crespo. No se cortó el pelo a ninguna mujer y sólo hubo un intento, con las mujeres que llevaron la bandera republicana el Primero de Mayo, con Rosario Simón, María Brun y Felisa Ullate, pero no se realizó el rapado.

Ribaforada

El canal de Lodosa se acabó de construir al final de la República, y las tierras comunales fueron una vez más la reivindicación de las familias más desfavorecidas. Desde 1901, el Ayuntamiento había dado permiso a los ganaderos al derecho a pasto en el comunal del Monte e incluso en terrenos privados. La llegada de la República impulsó la reivindicación de la Tierra y los grandes corraliceros (Ochoa, Sanz de Ayala, Arriazu, Oliver, López de Goicoechea y otros) vieron peligrar sus privilegios.

Las elecciones del 12 de abril fueron impugnadas por la izquierda y al repetirse las elecciones las derechas consiguen cinco concejales y las izquierdas cuatro. Hay que decir que los monárquicos de derechas se habían disfrazado de republicanos. El alcalde elegido por la derecha fue Nicolás Gómez. Las elecciones legislativas del 26 de junio desenmascaran a la derecha, y el 84,65% de los votos de Ribaforada van para la izquierda.

El Ayuntamiento de Ribaforada, con mayoría de derechas, se adhirió incondicionalmente al Estatuto Vasco Navarro de Estella: cambió el nombre de calles, introdujo el color morado en banderas y letreros de estancos, trasladó el Corazón de Jesús de la sala de Plenos al Colegio Hospital en calidad de depósito. Así mismo, reclamaron 7.400 robadas del común cuyo propietario era Concepción Lacar, una finca del Carrizal de 200 robadas, el Soto del Carrascal e Isla y el usufructo de las hierbas del Monte. Se contrataron a dos maestros ante las necesidades educativas.

Los representantes de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, José Domínguez y José Diago, enviaron una solicitud a la Diputación para que fuera adjudicada en catastro la finca El Juncal a nombre de dicha Sociedad, basándose que las tierras estaban yermas desde hacía 40 años. En el mes de marzo de 1933, se inició la explotación colectiva de la finca. En Ribaforada, a parte de las Agrupaciones Socialistas, surgirá también un grupo con ideas libertarias que se mantiene unido a los socialistas para no dividir a la izquierda. El introductor del anarcosindicalismo fue José Zardoya, y Domingo “El Fraile” su principal impulsor. En febrero de 1936, la derecha ganó con 402 votos a los 326 de la izquierda.

El Golpe Militar Fascista supuso la destitución del Ayuntamiento en su totalidad. Fue nombrado por los militares golpistas Salvador Arriazu. Uno de los primeros acuerdos del ayuntamiento golpista fue expulsar de Ribaforada a 25 familias: Manuel Robles, Juan Melero, Antonio Bernal, Miguel Bernal, Guillermo Lore, Antonio Benede, Iñigo Pardos, Gregorio Vallejo, Juan Cruz Tobajas, Manuel Mateos, Francisco Berdejo, Gregorio Andreu, Datirio Carrión, Lucio Gutiérrez, Agustín Benede, Celedonio Martínez, Rufino Martínez, María Marín, Luis Martínez, A. Corral, Julián Martínez, Andrés Pinzoles, Antonio Mesa, Juan Chavarri y Joaquín Robles.

El domingo 19 de julio de 1936, la Guardia Civil, ayudada por varias partidas de hombres del pueblo, tomaron Ribaforada e iniciaron una “razzia” masiva de detenidos que llenó la cárcel, el salón de plenos, las carnicerías de los bajos del Ayuntamiento y las escuelas. Ese mismo día, fue asesinado Babil Ayensa de un tiro. Las palizas a los presos eran diarias y a Tomás Galindo lo mataron en una de ellas, haciendo desaparecer el cadáver y a día de hoy sus restos no han aparecido.

La semana del 24 de julio, realizaron la primera saca y doce hombres fueron llevados al Bocal, los montaban en la barca y los iban matando y los tiraban al río Ebro seguido. Uno de los que iba a ser asesinado se libró porque le debía 30 duros al clérigo Juan Guillén. En ésta y sucesivas “limpias”, tomó parte activa el “Corneta”.  En el bocal fueron arrojados al río los hermanos Jiménez Ducas, Antonio Bernal y su hijo Félix, Felipe García, Antonio Marques, Cesáreo Pérez, Andrés Ruiz y Ángel Villafranca. Al menos seis casas de Ribaforada fueron asaltadas y saqueadas, el salón de Baile y cine de José Domínguez, asesinado en Fontellas, los hogares de Cesáreo Pérez, Luis Santos, “las rojas” y el de Bruno Enrique, asesinado en San Martin del Moncayo.

Se suspendió de empleo y sueldo indefinido a los maestros José María Escribano Santos y a Carmelo Caballero. Muchos de los detenidos fueron trasladados a Tudela y a primeros de agosto asesinados en Fontellas. Los hermanos Gochicoa y Fermín Cantón, Aniceto Corral, Mariano Navarro, Juan Melero, Luis Santos y Miguel Castillo, que cuando los iban a fusilar les dijo a los matones: “Si creéis en Dios matadme a mí solo y dejad a toda esta gente”. Algunos intentaron huir y fueron atrapados y asesinados, Felipe Chávarri, asesinado en Murchante el 5 de agosto al igual que Bruno Ortigala. José y Pedro Diago, escondidos en las Bardenas y asesinados en Cortes. José Corella y José Blasco también serán asesinados.

Trece personas más morirán asesinadas: Pío Castillo, Santiago Gil, Antonio Mesa y su hijo, José Murillo, Francisco Ortigosa, Tomas Pantaleón, los hermanos Robles, Francisco Orta, Ignacio Sánchez, Gregorio Vallejo y Ángel Zardoya.

A las mujeres que existe constancia que se les cortó el pelo fueron: María Cantón, Teresa Cantón, Cándida Ducar, María Jiménez, María Huguet, Josefina Corral, Casilda Murillo, Paquita González, Marian Gos, Teresa Enrique, Ángeles Aguado, Flora Castillo, Dolores Murillo “La Motola”, Maruja Blanco, Sabina Melero, …

Testimonio recogido en el Libro Documento “Navarra, de la esperanza al terror, 1936”:

“Los falangistas iban de casa en casa cogiendo a mujeres de todas las edades, desde 13 años que tenía yo hasta algunas de 50 o más. Creo que pasábamos de 80 las detenidas. Nos llevaron al Ayuntamiento y nos subieron al Salón de Sesiones. Allí había dos barberos, uno de izquierdas, haciendo de tripas corazón. Les obligaron a dejarnos la cabeza como la palma de la mano. La Plaza estaba llena de curiosos que se reían y nos insultaban cuando salíamos con la cabeza al rape. Una de nosotras salió al balcón y les dijo: ¿Me habéis visto por delante? , ahora por detrás y se dio la vuelta. Al día siguiente nos hicieron ir otra vez a la Plaza.  Nos leyeron un papel acusándonos de todo y luego hicieron la farsa como que nos perdonaban. Nos obligaron a jurar bandera y a cantar el “Cara el Sol”. Después, tuvimos que desfilar por todo el pueblo al compás de la música que iba detrás. También nos llevaron a la estación cuando pasaba el tren. Los casados querían abusar de nosotras, pero los solteros no les dejaron diciendo que a lo mejor algún día podían casarse con alguna. No les dejaron los solteros pensando eso.” (M.J.Ribaforada)

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Last Updated on Urt 16, 2021 by About Basque Country


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