El caballero en cuestión se llama Adam Lindemann y es hijo de George Lindemann, el inventor de las lentes de contacto blandas y que a través de una serie de acertadas inversiones y ventas a tiempo consiguió amasar una inmensa fortuna. Si quieren saber toda su historia aquí la tienen (traducción automática). El hijo, el Sr. Adam Lindermann , gracias a los éxitos empresariales de su padre ha conseguido acumular una de las mejores colecciones de arte moderno de la ciudad de Nueva York.

No sabemos, ni nos importa lo más mínimo, cuáles son los problemas personales que este caballero tiene con el Sr Tom Krens. Ese es un asunto entre divos que tiene una importancia real cercana a cero para el mundo. Pero resulta que en un largo artículo escrito por el multimillonario coleccionista de arte en el New York Observer, en el que critica con dureza al Sr. Krens, ha afirmado algo sobre Bilbao que no podemos menos que comentar aquí. Avisamos que nos tomaremos el trabajo de analizar con más profundidad el artículo en cuestión, pero no queremos dejar pasar ni un minuto sin valorar una parte concreta del texto, que se refiere directamente a la principal ciudad del País Vasco.

En el octavo párrafo del artículo en cuestión, el Sr. Adam Lindemann afirma:

Let’s not forget that Bilbao is a crummy postindustrial dump in the center of Spain (almost as bad as Flint, Mich.)—the kind of place you wouldn’t go even on a paid vacation. But the Bilbao museum became the monumental success that changed the museum world forever, and it still boasts attendance of over a million people a year.

No nos olvidemos de que Bilbao es un tugurio postindustrial de mala muerte en el centro de España (casi tan malo como Flint, Michigan), el tipo de lugar que no iría más a unas vacaciones pagadas. Sin embargo, el museo de Bilbao se convirtió en el éxito monumental que cambió el mundo de los museos para siempre, y todavía cuenta con la asistencia de más de un millón de personas al año.

Sí. Así. Como lo leen. Ésa es la definición que hace de Bilbao este multimillonario, pagado de sí mismo, acostumbrado a disfrutar de lo mejor de la vida, que no ha tenido, en todo el tiempo que lleva sobre el planeta Tierra, que preocuparse de otra cosa, que de cuál es el próximo Rolex que comprar, o en que restaurante de lujo le apetece comer al día siguiente.

Puede que en su torre de marfil, no  haya llegado a enterarse de que Bilbao se fundó en el año 1300; que John Adams, el segundo presidente de su joven país y que vivió en Bilbao, dedicó un capítulo entero de su libro Defensa de las Constituciones de los Estados Unidos, a la República Democrática Foral de Bizkaia; o que, en una parte significativa, la Independencia de los EE.UU. de America del Norte se debe a la labor de un bilbaino, Diego de Gardoki, que:

A través de la casa Joseph de Gardoqui e hixos España envió a los EE.UU. 120.000 reales de a ocho en efectivo, y órdenes de pago por valor de otros 50.000. Estas monedas, los célebres Spanish dollars, sirvieron para respaldar la deuda pública estadounidense, los continentales y fueron copiados dando origen a su propia moneda, el dólar estadounidense. Además, a través de la casa de Gardoqui se enviaron 215 cañones de bronce, 30.000 mosquetes, 30.000 bayonetas, 51.314 balas de mosquete, 300.000 libras de pólvora, 12.868 granadas, 30.000 uniformes y 4.000 tiendas de campaña, por un valor total de 946.906 reales. (Wikipedia)

Puede que desconozca que el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, nació en Bilbao, y que es en Bilbao donde está su sede; que Iberdrola, la empresa productora de energía renovable más importante del mundo y con una fuerte presencia en los USA, nace y tiene su sede en Bilbao; que, sin duda, el hierro de Bizkaia fue clave para el desarrollo industrial de toda Europa y que está presente con toda seguridad, incluso, en la Torre Eiffel; o que los barcos de la naviera bilbaina Sota, fueron fundamentales para la victoria aliada en la Primera Guerra Mundial, hasta el punto de que la Reina de Inglaterra declaro Sir a su propietario (bilbaino también). Parece claro que este coleccionista de arte no sabe mucho de Bilbao, y que todo lo que no alcance los niveles de lujo y sofisticación de la zona donde el vive, o del club de polo en el que pasa su tiempo de ocio, no puede tener, para él, otra calificación que tugurio post-industrial.
Por cierto, no sabemos cómo es Flint (Michigan), pero de una cosa estamos seguros, y es que gracias al trabajo de los que vivieron allí en los últimos 100 años, los USA han conseguido ser una potencia económica, como estamos también seguros de que muchos de sus compañeros del equipo de polo, o de sus contrincantes en las subastas de arte, deben su fortuna al trabajo de esos hombres y mujeres que vieron como eran abandonados a su suerte (como los de otras muchas ciudades de ese país que ahora están viviendo una profunda crisis).

Bilbao, el tugurio de Adán Lindemann

Bilbao no se libró de la crisis económica de finales del siglo XX, pero tuvimos la suerte de contar con una sociedad civil fuerte, con unas instituciones con visión e iniciativa, y con un sector empresarial que siguió apostando por su país y no salió corriendo a ganar dinero fácil en lugares donde se sigue explotando a los trabajadores. Puede que por unos años esta ciudad vasca lo pasara mal, pero  jamás fue un tugurio. Porque, señor nuestro, un tugurio lo hacen las personas que lo habitan y no la riqueza o pobreza del entorno. Hay tugurios llenos de millonarios, a pesar de ser locales de lujo, que son incomparablemente menos “sanos” y dignos, que barrios de trabajadores, en los que incluso existan problemas para acceder a servicios básicos. Es la calidad moral de las personas que lo frecuentan, lo que dignifica o hace indigno a un lugar. No se equivoque.

Esta claro que el autor del artículo no sabe mucho de Bilbao, ni del Pais de los Vascos, hasta el punto de situarlo en el centro de España. Pero también está claro que no sabe mucho de cosas más esenciales, como la educación o la prudencia. No sabemos que harán los que lean este comentario, ya sean personas o instituciones, pero nosotros sí sabemos que hacer: dejaremos un link al mismo, en la página del New York Observer donde se ha publicado el texto de este señor, con el objetivo de hacer patente nuestra indignación por la forma en que se ha referido a Bilbao.

Del resto del contenido del artículo ya hablaremos con más calma……..

New York Observer -6/9/2011 – USA

What Ever Happened to Tom Krens?

Last fall it was reported that the great Tom Krens was off the Guggenheim’s Abu Dhabi project, which seemed like big news because Mr. Krens was the creative mind and promoter of the project, but what’s even more strange is that we haven’t heard boo from the art world’s consummate museum showman since. The Whitney Museum of American Art will soon abandon its architectural landmark on Park Avenue (it will be rented out to the Metropolitan Museum) because the Whitney is creating a new building downtown. The Dia Foundation just completed an $11.5 million purchase of a new building site in Chelsea (it will be the site of an all-new N.Y.C. Dia). All this construction makes me think of Tom Krens, the man who changed the Guggenheim forever, and influenced the world of museum construction in our town and around the world. Tom Krens has gone M.I.A., so it’s time to wind back the clock and think about his tremendous fall from grace, and what it might teach us about these other initiatives.

(Sigue) (Traducción automática)

 

 

 

Last Updated on Sep 7, 2011 by About Basque Country


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4 COMENTARIOS

  1. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: El caballero en cuestión se llama Adam Lindemann y es hijo de George Lindemann, el inventor de las lentes de contacto blandas y a través de una serie de acertadas inversiones y ventas a tiempo consiguió amasar una inmensa……

  2. Concordo com o editor e agradeco as informacoes complementares que me permitem mais e mais gostar de Bilbao. A proposito, nunca tinha ouvido falar neste senhor.Qual a importancia que tem no mundo dos negocios e das artes? Qual a contribuicao? Se o editor souber dizer algo, fiquei curiosa em saber.

    • Nosotros, en este caso, sí compartimos las formas contigo, pero, en absoluto, compartimos el fondo. Pero esa es la virtud de la libertad: la posiblidad de discrepar.

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